Escribía E.M. Cioran, en su libro Silogismos de la Amargura, que «Existe en la estupidez una gravedad que, mejor orientada, podría multiplicar el número de obras maestras». Y es que el Estúpido, como su primo el Necio, no descansa: trabaja 24 horas al día, 365 días al año. Y lo hace de manera pertinaz, insistente, sobre el monotema que centra su vida. En el caso del abertzale (nacionalista vasco), su monotema es la nación vasca que le deslumbra y guía.
Como ejemplo de esa estupidez es el siguiente titular del diario Gara, en relación con el asesinato del empresario guipuzcoano Iñigo Uria Mendizabal: «Fallece tiroteado en Azpeitia uno de los propietarios de la empresa Altuna y Uría». Y es que suele ocurrir que las víctimas de ETA tienen la mala costumbre de ponerse delante de las balas que salen de las pistolas de los libertadores de la nación vasca (aka etarras). Y, claro, pasa que fallecen, se mueren. Pero ellos solos, eh, sin más ayuda; digamos que eso, en Euskadi, es 'muerte natural'.
En fin, que si nos pusiéramos a recolectar estupideces del estilo, podríamos hacer, no un libro, sino una enciclopedia titulada Silogismos de la Estupidez. En mi pueblo, la estupidez alcanza la categoría de obra maestra.
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