lunes, 24 de noviembre de 2008

¿Pensar? No, gracias

Venía escuchando la radio cuando una oyente que hablaba en antena, decía que a su hijo le había castigado "5 minutos a pensar". Obviamente, no hay que ser Freud para immaginarse la relación que puede establecer ese chaval con el pensar. Como decía una profesora de psicología social, muy sabia ella, "si tú vas a Salamanca y comes pescado con tomate y no te gusta, luego vas a establecer una relación negativa con (el recuerdo de) Salamanca". Pues lo mismo le puede ocurrir a este infante, que establecerá una relación negativa con la actividad de pensar, estrechamente vinculada al mundo del castigo, lo aburrido, el sacrificio... en definitiva, la tortura. Yo creo que, directamente, a los recién nacidos habría que lobotomizarlos, no arriesgarse a que piensen. Como decía el slogan de una vieja universidad, 'Lejos, muy lejos de nosotros, la peligrosa novedad de pensar'. O, como dice la iglesia, 'la herética pasión por el conocimiento', pues se sabe que el conocimiento es enemigo de la fe (como tan bién sabe la iglesia) y este mundo requiere de fe, mucha fe. En definitiva, por el bien de tus hijos/as y del mundo en general, ¡no dejes que piensen!

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