El primer ministro de Canadá dimite por olvidar documentos clasificados en una vivienda privada
Vaya lección más ingrata que nos llega desde ese rudo país de leñadores y bebedores de sirope. Sabíamos ya que en todas partes se cuecen habas, pero ¿hacía falta llegar a tanto?, ¿cuál es el estandar o medida de lo que debe ser motivo de dimisión? Desde luego, a países de histórica raigambre democrática, como España sin ir más lejos, nos lo ponen duro en nombre de la ética.
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